La tensión en aumento entre el Gobierno de Estados Unidos y Ucrania ha trascendido el escenario político para alcanzar el ámbito personal, afectando incluso al vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance. En el contexto de la retirada de apoyo de EE.UU. a Ucrania tras la invasión rusa, Vance relató en su cuenta de X cómo él y su hija de tres años fueron seguidos por manifestantes pro-ucranianos en Cincinnati, Ohio. Los manifestantes, enarbolando consignas de «Slava Ukraini», alteraron a la pequeña, volviendo la experiencia angustiante. Ante la situación, Vance optó por interactuar con los activistas buscando un diálogo breve, en un intento de proteger a su hija de un entorno hostil.
No es la primera vez que la familia Vance enfrenta este tipo de hostigamiento; un evento similar ocurrió durante unas vacaciones de esquí en Vermont, lo cual obligó a la familia a modificar sus planes para evitar la confrontación. Este tipo de episodios ilustra el impacto directo que las tensiones internacionales pueden tener en las vidas de los líderes políticos y sus familias. En un comentario consistente con su estilo franco, Vance expresó su frustración por lo que percibe como un comportamiento inapropiado, calificando a quienes persiguen niños como parte de una protesta de «personas de mierda». Estas declaraciones reflejan el clima polarizado que envuelve actualmente las relaciones entre Estados Unidos y Ucrania, extendiéndose más allá de las decisiones diplomáticas hacia el debate público y las demostraciones en las calles.
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