En un movimiento inesperado, el presidente ha decidido suspender la ayuda exterior de su país, con excepción de los fondos destinados a Egipto e Israel. Esta medida se ha tomado mientras se lleva a cabo una revisión exhaustiva de cada partida presupuestaria para asegurarse de que estas alineaciones coincidan con las prioridades de la nueva agenda gubernamental. Funcionarios de alto nivel han indicado que la revisión buscará identificar áreas en las cuales los recursos puedan ser utilizados de manera más efectiva en beneficio de los intereses nacionales, ajustándose a la estrategia internacional del gobierno actual. Este enfoque busca, según el presidente, garantizar que cada dólar destinado al extranjero genere un retorno tangible y estratégico, reforzando así la política exterior del país.
La decisión ha provocado una ola de reacciones en el ámbito internacional y entre organizaciones humanitarias, que temen que la suspensión de fondos afecte a millones de personas en todo el mundo que dependen de esta ayuda para satisfacer sus necesidades básicas. Mientras varios líderes globales han expresado su preocupación por las posibles repercusiones de esta política, el gobierno de Egipto e Israel ha acogido con satisfacción la confirmación de que sus apoyos continuarán intactos. En el ámbito interno, la medida ha suscitado un intenso debate político, con críticos señalando el riesgo de aislamiento internacional, mientras que los defensores sostienen que es un paso necesario para reformular la participación del país en la escena global.
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