El próximo viernes 18 de abril, los católicos en Chile celebrarán la Semana Santa, un período que ha generado un acalorado debate en torno a los derechos laborales. Las tiendas de retail Falabella, París y Ripley decidieron operar normalmente este Viernes Santo, rompiendo con una tradición de décadas que otorgaba a los trabajadores el día libre. Esta decisión ha sido rechazada por los empleados, quienes apelan a un «derecho adquirido». Mientras tanto, el Congreso Nacional, en un intento infructuoso, no logró avanzar en un proyecto de ley que buscaba convertir el Viernes Santo en un feriado irrenunciable, similar al Año Nuevo o la Navidad, días en los que el comercio debe cerrar obligatoriamente.
La Dirección del Trabajo de Chile ha intervenido, señalando que los trabajadores con un historial de no laborar en días festivos tienen derecho a un descanso absoluto, aunque los nuevos empleados, que no cuentan con este precedente, no están cubiertos por esta disposición. En medio de este debate, el Gobierno de Gabriel Boric ha optado por respaldar la decisión de la Dirección, mientras que el arzobispo de Santiago solicita respeto hacia el legado cultural y religioso de estos días. Por otro lado, la Cámara Nacional de Comercio critica la idea de un feriado irrenunciable, alegando que responde a intereses electorales en vísperas de las elecciones parlamentarias. Así, el tema no solo refleja un choque entre tradición y negocio, sino que también revela tensiones políticas y económicas en el contexto chileno.
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