En el mundo de la ciberseguridad, el autoalojamiento o self-hosting está ganando terreno como una alternativa viable a los servicios en la nube ofrecidos por proveedores de software como servicio (SaaS). Este enfoque, que implica instalar, ejecutar y mantener el hardware y el software localmente, ofrece una serie de ventajas significativas, aunque no está exento de desafíos.
Una de las principales ventajas del autoalojamiento es el control absoluto sobre los datos. Al alojar el software detrás del firewall de la propia organización, se garantiza que los datos críticos se mantengan en casa, sin acceso de terceros. Esta configuración no requiere conexión a Internet para acceder a la información, lo que mejora la confiabilidad y el control, algo que a menudo la nube no puede ofrecer.
Además, con un centro de datos propio o gestionado por terceros, es más sencillo cumplir con las normativas y regulaciones de datos. La organización determina dónde se almacenan los datos y bajo qué condiciones, lo que simplifica la gobernanza de datos. Esto es particularmente relevante en sectores altamente regulados, como el sanitario, donde se almacenan historiales médicos.
Otra ventaja del autoalojamiento es la independencia del proveedor. Al no depender de un proveedor de software para alojar aplicaciones críticas, las organizaciones evitan el riesgo de quedar atrapadas si el proveedor deja de ofrecer el servicio o lo hace con baja calidad. El autoalojamiento proporciona independencia y confiabilidad a largo plazo, facilitando la planificación y la gestión de riesgos.
El software autoalojado, especialmente si es de código abierto, permite una personalización completa. Las organizaciones pueden modificar el código para satisfacer sus necesidades específicas, controlando cómo se procesa y almacena la información. Si el software dispone de una API potente, es posible integrar cualquier aplicación y utilizar datos a través de diferentes sistemas, aumentando la eficiencia operativa.
Sin embargo, el autoalojamiento también presenta varios desafíos significativos. A diferencia de las soluciones en la nube, donde se puede aumentar la capacidad de usuarios o almacenamiento con un clic, el autoalojamiento requiere planificación y preparación adicionales. La expansión puede afectar el hardware y el tiempo de actividad, y suele necesitar más capacidad de la necesaria debido a que el hardware adicional no se puede adquirir en tamaños incrementales.
Además, el autoalojamiento demanda un equipo de técnicos dedicados para el mantenimiento continuo, actualizaciones y monitoreo de problemas técnicos. Solo si la organización puede proporcionar esta expertise debería optar por una solución autoalojada. Los usuarios del software también pueden necesitar soporte, que debe ser gestionado internamente.
La recuperación de datos es otro desafío crítico. Es crucial tener un plan para respaldos y recuperación de datos para evitar pérdidas en caso de desastres. La falta de un plan adecuado puede causar retrasos innecesarios en las operaciones de la organización.
Por último, los costes asociados al autoalojamiento no son sencillos de comparar con una solución alojada. El coste depende del tamaño de la organización, el equipo disponible y las necesidades en términos de hardware, soporte y escalabilidad. Aunque ambas opciones pueden ser costosas, el autoalojamiento tiende a ser más caro debido a los costos de CAPEX, mantenimiento y personal IT propio, además de la posible sobrecapacidad no utilizada.
El autoalojamiento o self-hosting ofrece control y personalización, vitales para muchas organizaciones, pero también presenta desafíos en términos de escalabilidad, mantenimiento y costos. La decisión entre autoalojar o utilizar un servicio en la nube debe basarse en una evaluación cuidadosa de las necesidades específicas de la organización y su capacidad para gestionar estos aspectos de manera efectiva. En un mundo donde la ciberseguridad es primordial, tener el control total sobre los datos puede ser una ventaja decisiva.