Este año, los fondos cotizados o ETFs han mantenido su creciente popularidad entre los inversores, consolidándose como una herramienta esencial en el panorama financiero. La industria global de estos fondos ha superado la impresionante cifra de 17 billones de dólares bajo gestión hasta junio de 2025, marcando un hito con entradas netas positivas durante 73 meses consecutivos. Esta preferencia se debe a las características de los ETFs: liquidez, transparencia y bajos costos, altamente valoradas tanto por los veteranos de la inversión como por los novatos.
La gestión pasiva, distintiva de los ETFs, ha ganado terreno frente a la gestión activa, especialmente en tiempos de alta volatilidad en los mercados. Aunque los gestores activos intentan minimizar las caídas mediante ajustes en las carteras, los altos costos y resultados variables han relegado esta estrategia a un segundo plano. Los inversores actuales optan por construir carteras diversificadas y económicas con ETFs, capaces de soportar las fluctuaciones del mercado sin crear ansiedad innecesaria. Las opciones son amplias, desde índices globales como el MSCI World o el S&P 500 hasta aquellos que reflejan mercados emergentes o combinaciones de renta fija y variable. Vanguard ha ejemplificado esta tendencia, captando miles de millones en inversión local en España bajo su filosofía de «pagar poco por mucho».
Los ETFs han transformado la forma en que los inversores conciben la construcción de carteras. Ya no se trata solo de elegir un fondo del banco y confiar en el gestor. Ahora, el enfoque incluye evaluar el costo total real (TER), la diversificación del índice replicado y si los fondos son de acumulación o de reparto. La elección entre miles de ETFs disponibles no debería depender de la cantidad, sino de encontrar aquellos que ofrezcan una eficiencia óptima en costos y diversificación, ajustándose a los objetivos personales del inversor.
En conclusión, la estrategia de inversión ha evolucionado hacia un enfoque más racional y práctico. Los inversores buscan productos como los ETFs que faciliten una diversificación global y económica de sus carteras, adaptándose a sus necesidades y objetivos a largo plazo. Además, prefieren aquellos que automatizan la reinversión de dividendos para maximizar el crecimiento de sus inversiones. La tendencia sugiere que el interés por estos instrumentos financieros continuará en ascenso, transformando aún más el entorno de la inversión tanto individual como profesional.