En 2025, la percepción de seguridad de los dispositivos iPhone enfrenta nuevos desafíos debido a la evolución tecnológica y cambios regulatorios. Durante años, el ecosistema cerrado de Apple ha sido sinónimo de protección, gracias a elementos como el cifrado por defecto y la estricta supervisión de la App Store. Sin embargo, la creciente sofisticación de los ciberataques y sus nuevas vulnerabilidades demandan una evaluación crítica.
La Ley de Mercados Digitales de la Unión Europea obliga a Apple a permitir la instalación de tiendas de aplicaciones de terceros y el uso de motores de navegación alternativos, lo que podría comprometer la seguridad fundamental de iOS. Aunque estas regulaciones buscan fomentar la competencia, también representan un riesgo potencial, pues facilitan el acceso indebido a datos personales y manipulación de interfaces sensibles.
En paralelo, iOS enfrenta amenazas específicas. La práctica del jailbreak, que permite instalaciones no oficiales, elimina protecciones claves como el arranque verificado. Además, aunque raro, ha habido casos de malware en la App Store. Los riesgos se extienden a las aplicaciones web progresivas que, sin la intervención de la App Store, pueden propagar malware bancario.
Las técnicas de phishing se han vuelto cada vez más sofisticadas, a menudo intentan suplantar a Apple Support mediante llamadas o correos, logrando en algunos casos instalar perfiles de gestión (MDM) que permiten el control remoto del dispositivo. Además, las conexiones a redes Wi-Fi públicas sin protección VPN son una puerta de entrada para la interceptación de datos.
Comparativamente, mientras el iPhone sigue siendo más seguro que el promedio de dispositivos Android debido a su enfoque centralizado y actualizaciones unificadas, la brecha se ha reducido. Modelos Android de gama alta han avanzado con chips de seguridad dedicados que refuerzan sus defensas.
La seguridad digital, ya sea en iPhone o Android, no se puede dar por hecha. Los usuarios deben asumir una responsabilidad compartida en su protección mediante la actualización de software, evitando el jailbreak, instalando aplicaciones solo desde fuentes fiables y utilizando métodos de autenticación robustos. En un entorno de ciberseguridad cada vez más desafiante, la formación y la vigilancia continúan siendo esenciales.
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