En el último tramo del verano, los incendios en Castilla y León han cobrado una segunda vida. Jaime Aparicio, de 36 años, falleció mientras trabajaba como voluntario en la extinción del incendio que se originó en Molezuelas de la Carballeda, Zamora, y que se extendió hacia León. Aparicio, junto a Abel Ramos, la primera víctima, formaba parte de un grupo de voluntarios que intentaban complementar el escaso servicio de extinción de la Junta de Castilla y León. Ambos se encontraban utilizando maquinaria para facilitar la extinción cuando las llamas los rodearon, provocando su deceso. Este incendio, uno de los más grandes registrados en España, ha causado un gran impacto en la región.
La situación se agravó cuando un cambio en la dirección del viento llevó las llamas a Quintana y Congosto, donde ambos voluntarios intentaban contener el fuego arando el terreno. Aparicio murió después de ser trasladado a la Unidad de Quemados del Hospital Clínico de Valladolid, mientras que Ramos, con el 85% del cuerpo quemado, no logró sobrevivir. Además de estas trágicas pérdidas, otros seis voluntarios resultaron heridos en Abejera, Zamora, algunos de ellos con quemaduras severas mientras trataban de escapar del avance del incendio. Aunque su estado y evolución médica son inciertos, el pueblo sigue enfrentando esta devastadora situación con recursos limitados y un fuerte sentido de comunidad.
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