Las tensiones comerciales y políticas entre Estados Unidos y México, exacerbadas por las políticas del expresidente Donald Trump, han generado un contexto desafiante pero plagado de oportunidades para México. La imposición de tarifas adicionales no solo ha estimulado a las compañías mexicanas a cumplir con el 75% de contenido regional del TMEC, sino que también ha incentivado la búsqueda de proveedores nacionales, lo que podría fortalecer la economía local. Además, el cruce fronterizo, tanto de mercancías legales como ilegales, ha puesto de relieve la necesidad de mejorar la seguridad y eficiencia en las aduanas, un reto histórico para el país. Esta presión ha causado que las autoridades mexicanas se vean obligadas a afrontar de manera más decidida problemas estructurales como el crimen organizado y la seguridad en las carreteras.
Por otro lado, las medidas de Trump respecto a la inmigración y el combate al crimen organizado han tenido un impacto considerable en México. Las políticas antiinmigratorias han frenado las caravanas de migrantes que cruzaban el país y, aunque esto ha reducido las tensiones en las ciudades fronterizas, también ha obligado a muchos a buscar nuevas oportunidades en su país de origen. En cuanto al lavado de dinero, sanciones recientes del Departamento del Tesoro a bancos mexicanos han activado una ola de revisiones internas. A pesar de la controversia y las duras medidas de Trump, estos eventos presionan a México a afrontar problemas de fondo y mejorar sistemas que llevan tiempo ineficientes. El desafío se convierte, así, en una oportunidad de cambio y resiliencia para el país.
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