A dos semanas de las elecciones en Alemania, los candidatos a la Cancillería de las principales formaciones, la Unión (CDU y CSU) y los socialdemócratas, protagonizaron su primer debate televisivo. Olaf Scholz, actual canciller, y Friedrich Merz, líder conservador, han demostrado tener diferencias claras, aunque ambos son conscientes de la posible necesidad de alcanzar un pacto postelectoral para gobernar. Mientras Scholz enfatiza su papel como defensor frente al avance de la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD), Merz se presenta como el promotor de una recuperación económica en el país. Sin embargo, el aumento del apoyo a AfD, que ya cuenta con el 20% en las encuestas, ilumina la creciente inquietud sobre hasta qué punto los partidos tradicionales podrán mantener su promesa de no colaborar con la ultra derecha.
En materia económica, Merz pintó un sombrío panorama atribuido a una desindustrialización progresiva y crisis energética, mientras Scholz defendió las medidas adoptadas por su coalición para mitigar la inflación derivada de la situación en Ucrania. A su vez, el debate alrededor de la política migratoria se encendió con Merz acusando a Scholz de ceder ante sus socios de gobierno, y viceversa, colocando la inmigración en el centro del discurso político, en un contexto donde ambos coinciden en no apartarse de las normativas europeas. De cara a la política exterior, tanto Scholz como Merz expresaron su preocupación acerca de las posibles acciones de Donald Trump, especialmente respecto a situaciones conflictivas como Gaza y Ucrania, abogando por una estrategia común europea. Los dos líderes políticos coinciden en su rechazo a AfD, reconociendo al mismo tiempo la importancia de buscar alianzas que fortalezcan los valores democráticos del país ante la creciente marea nacionalista en Europa.
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