El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), liderado por el canciller Olaf Scholz, enfrenta una prueba crucial en las elecciones del estado de Brandeburgo, un bastión que ha mantenido desde 1990. Liderado por el primer ministro Dietmar Woidke, el SPD busca retener el poder tras sufrir derrotas significativas en Turingia y Sajonia, donde obtuvo magros resultados del 6,1% y 7,3% respectivamente. Más de dos millones de votantes mayores de 16 años decidirán en Brandeburgo, una región gobernada por una coalición de socialdemócratas, conservadores y verdes. Sin embargo, el creciente apoyo a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) amenaza con desplazar al SPD del primer lugar. Según los últimos sondeos, AfD lidera con el 28% de intención de voto, seguida de cerca por el SPD.
La campaña de Brandeburgo ha estado marcada por temas locales y nacionales, destacando la migración y la seguridad, explotados frecuentemente por AfD. Un cartel controvertido de la AfD causó polémica al utilizar un lema ambiguo que algunos interpretaron como un guiño al fascismo. Además, tras un ataque yihadista en el oeste de Alemania, la AfD en Brandeburgo pidió prohibir el acceso a eventos públicos a solicitantes de asilo y refugiados, elevando la tensión en un estado donde la ultraderecha ya ha demostrado su fortaleza electoral en comicios recientes. A pesar de un ligero repunte en las encuestas, el SPD sigue estancado un punto por detrás de AfD, mientras que los democristianos y la Alianza Sahra Wagenknecht completan la escena política con un 14% y 13% de intención de voto, respectivamente.
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