Una joven artista ha salido de prisión tras cumplir más de dos años de condena por su activismo contra la guerra en Ucrania. Su encarcelamiento fue el resultado de una controvertida sentencia que la acusó de «vandalismo» por colocar pegatinas con mensajes pacifistas en una tienda de San Petersburgo. Este caso ha captado la atención internacional y ha puesto de manifiesto las crecientes tensiones y las severas medidas del gobierno ruso contra quienes disienten de la postura oficial sobre el conflicto en Ucrania.
La campaña de la artista era parte de un movimiento más amplio de resistencia pacífica que se ha desarrollado en Rusia desde el inicio del conflicto. Su detención y posterior encarcelamiento son vistos por muchos como un ejemplo de la represión estatal hacia la libertad de expresión en el país. Activistas y organizaciones de derechos humanos han denunciado repetidamente el uso de cargos penales para silenciar a los críticos del gobierno. Este caso, según analistas, refleja el clima de intimidación y censura que enfrentan aquellos que se pronuncian en contra de la política militar rusa.
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