En una comparecencia que buscaba abordar las inquietudes de la ciudadanía, el presidente evitó responder directamente a las preguntas más comprometedoras recurriendo a un ataque a la oposición, específicamente al Partido Popular. Frente a las cámaras y en un tono desafiante, enumeró los casos de corrupción que afectaron a gobiernos anteriores, destacando 34 bajo el mandato de José María Aznar y 62 durante el gobierno de Mariano Rajoy. Este enfoque desvió la atención de las críticas en su contra, focalizando el debate en los problemas que han afectado al principal partido opositor.
El intercambio reflejó la tensión política actual, con el presidente utilizando el historial del Partido Popular como estrategia para neutralizar las acusaciones y debilitar la confianza del público en sus adversarios. Su intervención se enmarca en un contexto donde la corrupción continúa siendo un tema sensible en la política española. Al resaltar los escándalos pasados, el mandatario no solo pretendió desviar las críticas, sino también reforzar la narrativa de que su administración representa una alternativa moralmente superior. Sin embargo, este movimiento también podría interpretarse como una técnica evasiva frente a las cuestiones que directamente conciernen a su gobierno.
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