Fuentes comunitarias y diplomáticas indican que la propuesta de eliminar el cambio de hora en Europa enfrenta obstáculos significativos. Muchos gobiernos no están de acuerdo con la medida y, entre los que la apoyan, hay desacuerdo sobre si adoptar permanentemente el horario de verano o el de invierno. Este desacuerdo refleja las preocupaciones de cada país sobre los impactos económicos, energéticos y sociales de la decisión. La diversidad de opiniones complica el camino hacia un consenso que permita implementar cambios uniformes en el continente.
La Comisión Europea sostiene que eliminar el cambio de hora es «el camino más lógico», argumentando que podría simplificar la vida de los ciudadanos y reducir problemas relacionados con la salud y la productividad. Sin embargo, la falta de unidad en las preferencias de horario genera incertidumbre sobre la viabilidad del plan. El debate continúa entre la necesidad de respetar las decisiones individuales de cada estado miembro y la búsqueda de una normativa europea coherente que facilite el funcionamiento armonizado del mercado interno.
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