La transmisión de las Campanadas de Fin de Año en TVE ha generado una controversia significativa debido a la actuación de la copresentadora LalaChus, quien mostró una imagen de la vaquilla del Grand Prix como si fuera el Sagrado Corazón de Jesús, lo cual ha sido percibido como una ofensa a los sentimientos católicos de millones de españoles. Este hecho ha servido al gobierno de Pedro Sánchez como un pivote para anunciar una reforma en el delito de ofensas religiosas, argumentando que es para «garantizar la libertad de expresión». Sin embargo, según críticas, esta medida parece más bien ser una estrategia para intentar desviar la atención pública de los escándalos de corrupción que afectan al ejecutivo actualmente, además de usar los medios públicos como una herramienta para provocar agravio contra las creencias religiosas de una parte significativa de la sociedad.
En paralelo, el Gobierno está impulsando una regulación urgente sobre los símbolos franquistas, estableciendo sanciones de hasta 10.000 euros para quienes se nieguen a retirarlos, lo que pone de manifiesto una aparente política de confrontación sobre la memoria histórica. Félix Bolaños, Ministro de Presidencia, ha defendido la burla en la televisión pública hacia los católicos como un ejercicio de libertad de expresión, pero ha sostenido que la mostración de simbología franquista es un acto delictivo que debe ser penalizado. Esta postura refleja lo que algunos críticos describen como una «doble moral» de la izquierda, que se acusa de estar promoviendo la división social mediante el ataque a símbolos religiosos, mientras se regula drásticamente los vestigios del pasado franquista en un intento de consolidar su posición política mediante la polarización de la sociedad española.
Leer noticia completa en OK Diario.