Pedro Sánchez ha decidido mantener a Juan Francisco Serrano en la dirección del PSOE, a pesar de las presiones internas para removerlo después del escándalo de corrupción que llevó a prisión a Santos Cerdán. Serrano, quien fue el segundo de Cerdán durante su etapa como secretario de Organización, se quedará como secretario de Política Municipal. Esta decisión del presidente del Gobierno no solo ignora las voces críticas dentro del partido sino que también supone un reconocimiento implícito a Serrano, quien tiene un papel relevante ante el próximo ciclo electoral. En paralelo, Alejandro Soler asumirá la secretaría de Trabajo, mientras que Montse Mínguez se convertirá en la nueva portavoz del partido.
En el contexto de la reestructuración, Francisco Salazar dejó su puesto en la ejecutiva tras ser acusado de acoso, y la jefatura de Organización será asumida por Rebeca Torró. A pesar de estos cambios, algunas vacantes, como la de Salazar, no serán llenadas, dejando a Borja Cabezón y Anabel Mateos como adjuntos a Torró. Antonio Hernando, rescatado por el Gobierno tras un distanciamiento con Sánchez, entra como vocal. La dirección del PSOE también experimenta otras modificaciones, con la salida de nueve miembros debido, en su mayoría, a la incompatibilidad de cargos, y nuevas incorporaciones como la de Clara María Martín como vocal. Estas decisiones reflejan ajustes estratégicos dentro del partido, en un intento por equilibrar las responsabilidades a nivel federal y local.
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