En un contexto global donde la tendencia política se inclina hacia la derecha, la gestión de las relaciones exteriores por parte del presidente está generando preocupación tanto dentro del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) como en su socio de gobierno. La estrategia personalista adoptada por el mandatario ha suscitado críticas internas y externas, ya que se considera que su enfoque centralizado podría descuidar aspectos fundamentales de la política exterior. Este estilo de liderazgo, basado en decisiones unilaterales y en ocasiones imprevisibles, ha sorprendido incluso a miembros de su propio partido, quienes temen que este enfoque pueda aislar a España en el escenario internacional.
El socio de coalición del PSOE también ha manifestado su inquietud acerca de las repercusiones de esta gestión personalizada. Estiman que la falta de una visión clara y consensuada en materia de relaciones exteriores podría debilitar la posición de España en negociaciones clave y alianzas estratégicas. En un periodo en el cual la cohesión y la diplomacia son esenciales para afrontar desafíos globales, la necesidad de un enfoque más colaborativo y multilateral se hace evidente. Las críticas internas reflejan un llamado a reconsiderar la forma en que se manejan los asuntos internacionales, promoviendo un equilibrio entre el liderazgo firme y el respeto a la diversidad de opiniones dentro del gobierno.
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