En el marco de la cumbre entre Estados Unidos y Corea del Sur, las expectativas de la industria tecnológica se centran en Samsung Electronics. La empresa surcoreana ya había anunciado una significativa inversión en territorio estadounidense y podría estar gestando un nuevo movimiento que aúne sus objetivos empresariales con el panorama político de Washington. Las especulaciones giran en torno a dos nombres importantes en el sector de semiconductores: Intel y Amkor.
El presidente Donald Trump ha dado un fuerte impulso a la revitalización de la fabricación de semiconductores en Estados Unidos, considerando crucial la supervivencia de Intel desde perspectivas tanto económicas como geopolíticas. En este contexto, surge la posibilidad de que Samsung colabore o incluso invierta en Intel, fortaleciendo a la emblemática firma californiana. Tras varios años de desafíos financieros y tecnológicos, Intel ha recibido numerosas ofertas de apoyo, incluyendo la entrada del gigante japonés SoftBank con una inversión de 20.000 millones de dólares.
Expertos del sector indican que una colaboración entre Samsung e Intel—ya socios en ciertos ámbitos de producción—podría representar un sólido frente común para recuperar la autosuficiencia tecnológica estadounidense. Esto proporcionaría a Samsung una robusta oportunidad de negocio en el mercado estadounidense.
Por otro lado, Amkor Technology, especialista en ensamblaje y prueba de semiconductores, juega un papel crucial. La multinacional estadounidense está desarrollando en Arizona su primera planta avanzada de empaquetado, programada para operar en 2027. Esta alianza podría ser clave para Samsung, que aunque destaca en procesos de fabricación de vanguardia, aún enfrenta desafíos en el empaquetado de chips, ámbito dominado por TSMC. Colaborar con Amkor mejoraría significativamente la competitividad de Samsung, alineándose con las prioridades de inversión de Trump.
La expectativa es que Samsung reevalúe su inversión inicial de 37.000 millones de dólares en EE.UU., que inicialmente se había anunciado en 44.000 millones, con miras a reforzar su presencia en el país. La megafábrica en construcción en Taylor, Texas, destaca como uno de los mayores complejos de producción avanzada mundial, abriendo además puertas a contrataciones estratégicas con compañías como Tesla.
En este complejo escenario, Samsung se enfrenta a una elección crucial. Apostar por Intel enviaría un claro mensaje de coordinación con Estados Unidos, aunque Intel es también un competidor directo en algunas áreas. En cambio, aliarse con Amkor podría cerrar brechas tecnológicas críticas sin generar conflictos competitivos directos, además de fortalecer la infraestructura local estadounidense.
Lo que parece seguro es que Samsung no se conformará con su inversión inicial. Las presiones políticas y las oportunidades económicas empujan a la compañía a reforzar su compromiso en Estados Unidos.
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