En vísperas del 80º aniversario de la rendición de Japón en la Segunda Guerra Sino-Japonesa, Pekín se convierte en el epicentro de importantes movimientos diplomáticos. El presidente Xi Jinping ha mantenido una reunión a puerta cerrada con su homólogo ruso, Vladímir Putin, en la que se reforzaron las ya estrechas relaciones entre China y Rusia. Durante el encuentro, se anunció un acuerdo energético trascendental: la construcción del gasoducto Power of Siberia 2, que atravesará Mongolia para suministrar gas a China durante las próximas tres décadas. Este pacto subraya la creciente dependencia económica y estratégica entre dos potencias que comparten intereses comunes, especialmente en un contexto internacional enrarecido por la guerra en Ucrania y las tensiones con Occidente.
La visita de Kim Jong-un a Pekín marca otro hito en la serie de encuentros de alto nivel. Su llegada refuerza los lazos entre China y Corea del Norte, relaciones que se habían enfriado en los últimos años. Kim, que llegó en su característico convoy ferroviario, busca reactivar la alianza diplomática y económica entre ambos países. La reunión ofrecerá, además, una oportunidad para interactuar con Putin, con quien Corea del Norte ha establecido vínculos militares y políticos recientes. Mientras tanto, el colosal desfile en Tiananmén contará con la presencia de 26 líderes mundiales, aunque notablemente ausentes estarán los líderes occidentales, con la excepción del primer ministro de Eslovaquia. La ceremonia consolidará la imagen de China en el escenario global como un jugador crucial en la geopolítica contemporánea.
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