La Armada de Rusia ha fortalecido su presencia defensiva en el Ártico con la incorporación del submarino nuclear Arkhangelsk, clase Yasen-M, a su flota. Este evento fue formalizado el 27 de diciembre en la planta de Sevmash, marcando la entrada del cuarto buque de este tipo a la 11.ª División de Submarinos de la Flota del Norte. El submarino, operando desde Zapadnaya Litsa, a una distancia estratégica de 60 kilómetros de la frontera de la OTAN con Noruega, está equipado con misiles hipersónicos Tsirkon, que tienen la capacidad de impactar objetivos a mil kilómetros, aumentando significativamente las capacidades ofensivas de Rusia en la región. Aunque el Arkhangelsk entró en servicio en agosto de 2016, no fue hasta finales de 2023 cuando dejó la grada y comenzó sus pruebas operativas en el mar, previstas para junio de 2024.
La clase Yasen-M, de la que el Arkhangelsk es un exponente, lleva la tecnología submarina rusa a un nivel avanzado, compitiendo estrechamente con sus equivalentes silenciosos en las fuerzas estadounidenses. Con capacidad para portar misiles de crucero antibuque Oniks, misiles Kalibr y torpedos de 533 mm, se espera que futuros buques de esta clase sean modernizados para utilizar misiles Zircon de alcance extendido. A pesar de ser más pequeños que sus predecesores de la clase Yasen, los submarinos Yasen-M están diseñados para mantener la calidad sin inflar costos. Esta estrategia podría redefinir la doctrina submarina rusa, sugiriendo un enfoque más defensivo y disuasorio al emplear misiles de largo alcance para amenazas a objetivos europeos desde dentro de sus aguas territoriales. La presencia creciente de estos submarinos en el Alto Norte ha encendido las alertas entre los aliados de Estados Unidos y la OTAN, quienes ahora vigilan con mayor atención las maniobras rusas en la región.
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