En Posada de Llanes, en una histórica casona asturiana, Rubén Martínez Miguel se prepara desde temprano para un festín de cordero a la estaca. Proveniente de Pola de Laviana, Rubén llega al lugar con una carretilla llena de leña y estacas, dispuesto a deleitar a un grupo de invitados con su maestría en el asado. Desde el encendido del fuego al control meticuloso de la cocción, Rubén repasa los detalles que hacen del cordero a la estaca un arte aprendido de generaciones anteriores. Mientras la grasa chisporrotea en el fuego, los invitados se preparan para una celebración donde la tradición y la gastronomía se funden en un ambiente festivo y familiar.
A lo largo de la jornada, Rubén comparte su experiencia y pasión por este método tradicional, tan arraigado en su familia que comenzó con su abuelo en La Felguerina. Sin páginas web ni redes sociales, su fama se esparce de boca en boca, asegurando sus servicios con años de antelación. Mientras los comensales disfrutan de su obra maestra acompañada de chimichurri y manifiestan su satisfacción, Rubén continúa con su labor, cuidando cada detalle hasta el final. Al caer la tarde, con el último corte servido y el jardín lleno de risas y aromas irresistibles, Rubén se marcha, listo para su próxima cita gastronómica.
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