La República Democrática del Congo (RDC) y Ruanda han dado un paso significativo hacia la paz al firmar una “declaración de principios” en Washington, bajo los auspicios del Gobierno de Estados Unidos. Este acto, supervisado por el secretario de Estado Marco Rubio, representa un intento por sentar las bases para resolver un conflicto de más de treinta años que afecta al noreste del Congo. La ministra de Asuntos Exteriores de la RDC, Thérèse Kayikwamba Wagner, y su par ruandés, Olivier Nduhungirehe, lideraron la ceremonia, destacando un esfuerzo diplomático en el que Estados Unidos ha asumido un papel de mediador, en paralelo a su interés en un acuerdo minero con la RDC. El conflicto entre ambos países, con raíces en el genocidio de Ruanda de 1994, ha resultado en la ocupación de ciudades congoleñas importantes por el grupo rebelde M23, ligado a Ruanda.
A la par de la iniciativa estadounidense, se han manifestado otros esfuerzos diplomáticos, impulsados previamente por Qatar que lograron reunir a los presidentes del Congo y Ruanda, Félix Tshisekedi y Paul Kagame, en una mesa de diálogo, lo que resultó en un compromiso de alto el fuego incondicional. Mientras el M23 y el gobierno congoleño avanzan hacia una tregua anunciada en abril, Estados Unidos ha querido mostrar sus propios esfuerzos en la búsqueda de la paz en la región. No obstante, la relación con Ruanda se tensó cuando Estados Unidos sancionó a altos mandos ruandeses, incluidos el general James Kabarebe y el portavoz del M23, Lawrence Kanyuka, suscitando críticas por parte del Gobierno ruandés. En este complejo tablero geopolítico, donde también participa China, la RDC y Estados Unidos exploran un potencial acuerdo minero, lo que añade una capa más de interés a los esfuerzos de paz y explotación de recursos en la región.
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