Miles de personas se congregaron en la Plaza de San Pedro y a lo largo de la Vía de la Conciliación para rendir un emotivo adiós al Pontífice argentino. La multitud, cubierta en muchas ocasiones por lágrimas, reflejaba la profunda conexión y admiración que sentían hacia su figura. A lo largo de la jornada, los fieles compartieron anécdotas y recuerdos personales de un líder religioso que dejó una marca indeleble en sus vidas. Entre las voces que se alzaron, una mujer emocionada narró cómo su madre siempre había tenido al Pontífice en alta estima, señalándolo como «muy bueno», reflejando el impacto positivo y el cariño que generó en numerosos hogares.
El ambiente en las inmediaciones del Vaticano era solemne y cargado de sentimientos encontrados. Mientras algunos se mantenían en respetuoso silencio, otros entonaban cánticos y rezos en honor al fallecido, creando una atmósfera de recogimiento y unión. La despedida al Pontífice no solo representó una pérdida para la Iglesia Católica, sino también un momento de reflexión sobre su legado. La multitud, proveniente de distintas partes del mundo, reafirmó el alcance de su liderazgo y la inspiración que representó para muchas personas, evidenciando el vacío que deja tras su partida.
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