Robert Redford, un icono del cine conocido por su carisma insuperable y su capacidad para cautivar tanto a la cámara como al público, ha dejado una marca indeleble en la industria cinematográfica. Su estrellato no solo residía en su atractivo físico, sino también en su habilidad para interpretar una variedad de personajes con profundidad y sinceridad. Junto a Paul Newman, formó una dupla icónica en producciones memorables como «Dos hombres y un destino» y «El golpe», películas que se han convertido en clásicos apreciados por su magnetismo y encanto atemporal. Redford se destacaba en papeles que navegaban entre el romanticismo y la dureza, y siempre logró conectarse con la audiencia, gracias a su autenticidad y talento innato.
Más allá de su éxito en el cine, Redford representó durante décadas una imagen admirable de los valores estadounidenses, participando activamente en la promoción de cine independiente a través del festival de Sundance. Su compromiso con causas sociales y artísticas reflejó un hombre virtuoso y consciente, capaz de usar su influencia para propiciar cambios positivos. Aunque su apariencia física evolucionó con el tiempo, su legado y su contribución al mundo del cine permanecen inalterados. A través de personajes icónicos y su dedicación a proyectos significativos, Robert Redford ha consolidado su estatus como una de las últimas grandes estrellas del cine clásico, dejando una herencia que, más allá de su atractivo, destaca por su inteligencia, arte y corazón.
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