En el universo de las finanzas, quienes se aventuran a invertir en fondos cotizados (ETFs) se topan con una decisión crucial: elegir entre ETFs físicos o sintéticos. Esta decisión es más que un tecnicismo de gestión, ya que afecta directamente al nivel de riesgo que los inversores asumen.
Los ETFs físicos replican un índice comprando activos subyacentes, como acciones o bonos, utilizando réplica completa o muestreo optimizado. Por otro lado, los ETFs sintéticos no adquieren los activos subyacentes, sino que emplean contratos derivados y swaps para garantizar la rentabilidad del índice, mediante un sistema que implica una cesta alternativa y un acuerdo de swap.
Sin embargo, optar por ETFs sintéticos conlleva riesgos adicionales importantes. Uno de ellos es el riesgo de contraparte, que aparece si la otra parte del contrato de derivados no cumple con sus obligaciones. Además, la transparencia puede ser limitada, ya que la estructura de cestas y swaps es menos clara que la composición de los ETFs físicos. También existe el riesgo de colateral, relacionado con la calidad y liquidez de las garantías que respaldan el swap. Las regulaciones europeas imponen restricciones, limitando la exposición a una única contraparte, pero no eliminan este riesgo completamente.
Los inversionistas deben considerar que los ETFs sintéticos no son equivalentes directos a los físicos, debido a las distintas exposiciones al riesgo. Aunque los gestores de fondos suelen preferir la exposición física para evitar riesgos inherentes a los sintéticos, en mercados poco líquidos o índices amplios, los sintéticos pueden ofrecer ventajas que compensan esos riesgos.
La clave para los inversores es tomar decisiones informadas, evaluando aspectos como el colateral del swap, la diversificación de contrapartes y el historial de error de seguimiento, sin dejarse llevar solo por la posibilidad de menores costos. La elección entre un ETF físico y uno sintético es, por tanto, un equilibrio entre coste, complejidad y seguridad, aspectos fundamentales para construir una cartera de inversiones sólida.