En un giro sorprendente en la percepción de los aeropuertos, los niños comenzarán a asociar los viajes aéreos exclusivamente con el placer. Esta transformación se debe a la creciente comercialización de los aeropuertos, que ahora se asemejan más a un centro comercial que a un punto de tránsito. Con tiendas, restaurantes, y zonas de entretenimiento, los pequeños pasajeros podrían percibir el proceso de volar como un juego, dejando de lado las complicaciones típicas de los desplazamientos. Este fenómeno crea un escenario donde la tranquilidad y la comodidad de los espacios remodelados diluyen cualquier sensación de estrés o espera prolongada.
Este cambio plantea una cuestión interesante sobre el impacto a largo plazo en la experiencia de viajar, especialmente para las futuras generaciones. Al reducirse las barreras mentales que solían acompañar al proceso de embarque, los niños podrían desarrollar una percepción idealizada e incluso distorsionada de los viajes aéreos. Atravesar las terminales se convierte en una experiencia atractiva, donde las atracciones están diseñadas para cautivar y entretener. Así, la evolución de los aeropuertos podría influir significativamente en cómo las próximas generaciones entenderán y disfrutarán el acto de viajar.
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