La renuncia de Ricardo Gareca como entrenador de la selección chilena tras un fallido proceso marca otro episodio de crisis en el fútbol del país sudamericano. A pesar de llegar con un exitoso historial por llevar a Perú al Mundial de Rusia 2018, Gareca no pudo replicar su éxito en Chile, registrando solo una victoria en partidos oficiales. Su salida se precipitó tras una derrota crucial ante Bolivia en las eliminatorias para el Mundial de 2026, dejando a Chile sin opciones de clasificar al torneo y sumando su tercera ausencia consecutiva en Copas del Mundo. El presidente de la Federación de Fútbol de Chile, Pablo Milad, evitó asumir toda la responsabilidad del fracaso y adelantó que el próximo entrenador será designado por el nuevo gerente deportivo y asesores externos.
A lo largo de su gestión, Gareca intentó renovar un plantel en transición y afectado por el retiro de figuras de la «generación dorada» que brilló entre 2008 y 2016. Sin embargo, experimentó desafíos significativos, como la necesidad de encontrar sucesores para veteranos como Arturo Vidal, Claudio Bravo, y Alexis Sánchez. La situación, exacerbada por la falta de resultados, acentúa el declive chileno tras años de gloria. Antes de Gareca, otros entrenadores como Reinaldo Rueda, Martín Lasarte, y Eduardo Berizzo tampoco lograron revertir la caída del rendimiento del equipo nacional, evidenciando la profundidad de la crisis que enfrenta el fútbol chileno.
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