La industria de los biocombustibles ha registrado un crecimiento significativo debido a la necesidad de reducir la dependencia de combustibles fósiles y mitigar el cambio climático. Los avances tecnológicos, especialmente en ingeniería genética, han mejorado la eficiencia y sostenibilidad de su producción. En particular, las microalgas genéticamente modificadas han emergido como una opción prometedora, al no requerir tierras agrícolas y consumir menos agua, aunque la tecnología aún enfrenta retos para su implementación a gran escala. La expansión del sector ha llevado a la formación de poderosas alianzas corporativas y a cuestionamientos sobre los beneficios limitados, dado el impacto ambiental negativo de prácticas como la deforestación y el uso intensivo de fertilizantes petroquímicos. A pesar de estos desafíos, las mejoras en microorganismos y el uso de terrenos marginales para la producción de biocombustibles pueden contribuir a la conservación de ecosistemas y la mitigación del cambio climático.
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