La construcción modular emerge como una alternativa prometedora frente al modelo tradicional en España, aunque actualmente solo representa el 2% de las edificaciones entregadas en el país. Este método, que utiliza módulos prefabricados para crear estructuras completas, desde viviendas hasta centros educativos y hospitales, promete tiempos de construcción significativamente reducidos y una mayor eficiencia en costos y calidad. A pesar de su uso minoritario en España, se espera que esta forma de construcción alcance el 10% para 2030, impulsada por ventajas como la reducción de residuos y la flexibilidad de diseño. Figuras del sector, como Ignasi Pérez, resaltan su capacidad para satisfacer la demanda contemporánea al mismo tiempo que ahorra tiempo y asegura presupuestos. Sin embargo, el desafío radica en cambiar la percepción pública y normativa sobre lo que estos edificios pueden ofrecer frente a la construcción convencional.
La industria española de la construcción enfrenta un desafío laboral significativo, con una mano de obra envejecida y escasa de jóvenes interesados. Este no es el caso de la construcción modular, que atrae a nuevos talentos debido a mejores condiciones laborales y una mayor seguridad en su entorno de trabajo. El crecimiento proyectado del 300% en empresas dedicadas a este ámbito refleja un cambio significativo en el sector, conducido por la promesa de una mayor rentabilidad y retorno de la inversión. Además, la posibilidad de incorporar soluciones reubicables para situaciones de emergencia o eventos excepcionales añade un componente estratégico a su adopción. Sin embargo, los expertos advierten sobre complicaciones al trasladar edificios modulares entre diferentes entornos debido a requisitos urbanísticos y consideraciones climáticas. Esto sugiere que, aunque la viabilidad técnica es alta, un enfoque prudente es crucial para evitar soluciones superficiales a problemas complejos.
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