Investigadores del Instituto de Nanociencia y Materiales de Aragón (INMA), un instituto mixto de la Universidad de Zaragoza y el CSIC, han liderado un equipo internacional que ha logrado un avance significativo en el campo de la miniaturización y el magnetismo. Estos científicos han creado un imán duro con espesor atómico, marcando un hito a nivel mundial. Este nuevo imán, el más fino hasta la fecha, se distingue por su dirección magnética bien definida, su elevada temperatura operativa y su gran resistencia a la desmagnetización.
El logro, fruto de siete años de investigación, representa un progreso considerable en el ámbito del magnetismo y la ciencia de superficies, cumpliendo con un objetivo perseguido por la comunidad científica durante más de dos décadas. Jorge Lobo Checa, uno de los investigadores del INMA y del Laboratorio de Microscopías Avanzadas (LMA) de la Universidad de Zaragoza, explicó que el hallazgo se ha conseguido mediante una combinación de moléculas y átomos de hierro, formándose una red con átomos separados a una distancia fija y con una dirección de magnetización perpendicular a esta red.
La innovación radica en el uso de una molécula derivada de un antraceno (compuesta por tres anillos de carbono) y átomos de hierro, creando una estructura similar a un panal de miel donde los átomos de hierro se encuentran en los vértices de los hexágonos. Fernando Bartolomé, otro de los autores e investigador del CSIC en el INMA, destaca que la dureza del nuevo imán es comparable a la de los imanes de neodimio, conocidos por su resistencia a la desmagnetización.
Desde una perspectiva práctica, este desarrollo abre nuevas posibilidades para su aplicación en diversos dispositivos tecnológicos que requieran un campo magnético, como las memorias RAM de ordenadores o los transistores. Lobo concluye que este imán, dado su tamaño extremadamente pequeño y la distancia de apenas un nanómetro entre los átomos de hierro, será crucial para continuar con la tendencia de miniaturización en tecnología.
El trabajo, publicado en la revista científica «Nature Communications», ha implicado la colaboración de varios investigadores del INMA junto con científicos de instituciones internacionales y nacionales, como la Universidad Técnica de Múnich, el Instituto de Física del Litoral en Argentina, el sincrotrón ALBA, la Universidad de la Laguna, el ICMM de Madrid y la Universidad del País Vasco.
El descubrimiento no solo marca un avance teórico, sino que también promete revolucionar aplicaciones prácticas en campos que van desde la computación hasta la microelectrónica, abriendo nuevas fronteras para la tecnología del futuro.