Un equipo de investigadores, liderado por Manel Esteller, ha identificado las claves genéticas y ambientales que permitieron a una mujer catalana alcanzar la impresionante edad de 117 años, convirtiéndose en la persona más longeva del mundo. El estudio se centró en analizar las particularidades del genoma de esta mujer, descubriendo ciertas variantes genéticas que podrían estar relacionadas con la longevidad extrema. Estas variantes parecen influir en procesos biológicos clave como la reparación del ADN y el mantenimiento de la función celular, lo que sugiere una posible predisposición genética a una vida más larga y saludable.
Además de los factores genéticos, el estudio también exploró las condiciones ambientales y el estilo de vida que contribuyeron a su longevidad. Se descubrió que esta mujer mantenía una dieta balanceada, una rutina de actividad física moderada y evitaba el estrés, lo cual complementó su predisposición genética. Los investigadores consideran que la combinación de estos factores podría ser esencial para entender y potencialmente replicar su longevidad en otras personas, abriendo la puerta a nuevos enfoques en la medicina y en la promoción de un envejecimiento saludable.
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