En medio de la devastación causada por el reciente seísmo, que ha cobrado la vida de más de 2.200 personas, las mujeres y las niñas enfrentan una doble vulnerabilidad al ser las más olvidadas en las operaciones de rescate. La emergencia ha sacado a la luz las profundas desigualdades de género, con informes que señalan que la prioridad en el rescate y la atención médica se ha centrado en los hombres, dejando a muchas mujeres y niñas en situaciones de extremo riesgo. Organizaciones humanitarias han denunciado la falta de protocolos sensibles al género y la escasez de personal especializado para atender a este segmento de la población, lo que agrava su precariedad y exposición a peligros adicionales.
Este patrón de desatención no es nuevo, pero su persistencia en situaciones de crisis sigue siendo alarmante. La falta de infraestructura adecuada y el colapso de los servicios básicos incrementan las dificultades para las mujeres, quienes a menudo son responsables del cuidado de menores y ancianos. En el terreno, la distribución de suministros y refugio también presenta desafíos específicos para ellas, quienes enfrentan barreras físicas y culturales que les impiden acceder a la ayuda. Los expertos urgen a una revaluación de las estrategias de rescate, para que sean más inclusivas y respetuosas de las distintas necesidades, asegurando así que no se deje a nadie atrás en momentos críticos.
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