El sistema energético logró una notable recuperación tras un periodo de crisis, gracias al crucial apoyo internacional y a infraestructuras internas estratégicamente diseñadas. Francia y Marruecos desempeñaron un papel fundamental al proporcionar asistencia técnica y recursos necesarios, lo que permitió estabilizar la red eléctrica. Este respaldo extranjero complementó los esfuerzos nacionales para asegurar un suministro constante y confiable, evitando así un colapso energético que podría haber tenido consecuencias graves para la economía y el bienestar social.
Además del soporte internacional, las centrales hidroeléctricas del país, preparadas para hacer frente a eventualidades de esta índole, jugaron un rol determinante en la recuperación del sistema. Diseñadas para responder a emergencias, estas instalaciones permitieron un ajuste rápido y eficiente de la producción energética, garantizando una respuesta eficaz a la demanda creciente. La combinación de estos factores no solo salvó al sistema de una crisis potencial, sino que también reforzó la colaboración transnacional en el sector energético, sentando bases para futuras cooperaciones.
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