La reciente aprobación exprés de una nueva normativa anticorrupción ha generado protestas significativas contra el gobierno, constituyendo las primeras de este tipo desde el inicio de la invasión rusa. El presidente ha prometido reformar las agencias involucradas en un plazo de dos semanas, en un intento por calmar las inquietudes de la ciudadanía. Sin embargo, el anuncio parece no haber conseguido el efecto buscado, ya que las manifestaciones indican un creciente descontento y sospechas en torno a las verdaderas intenciones detrás de esta reforma acelerada.
Los manifestantes expresan su preocupación de que este movimiento podría servir más para proteger al círculo cercano del mandatario que para fortalecer la transparencia y combatir la corrupción. Las calles reflejan una desconfianza latente hacia el gobierno y sus acciones, en un contexto ya tenso por la invasión extranjera. Este clima de incertidumbre y el escepticismo respecto a la genuinidad de las reformas prometidas podrían escalar la presión sobre la administración, que debe manejar con cautela la situación para evitar un aumento en las tensiones internas.
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