El 10 de julio, la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) anunció la retirada de varios lotes del Agua Micelar Calmante 3 en 1 Very Rose de Nuxe, debido a la contaminación por la bacteria Burkholderia cepacia. Este caso no es aislado; en meses anteriores, otros productos cosméticos, como el Sérum Firmeza Nectar of Bio Les Cosmétiques de Carrefour y el maquillaje corrector Essence Camouflage+ Matt, también fueron retirados por razones similares. Esta tendencia pone en entredicho la eficacia de los sistemas de conservación de los productos cosméticos actuales, que han optado por omitir los parabenos, antes ampliamente utilizados, para alinearse con la creciente demanda de cosmética «limpia». Sin embargo, los problemas de contaminación señalan posibles debilidades en estas fórmulas alternativas.
La polémica en torno a los parabenos se centra en su supuesta relación con problemas hormonales y de salud, aunque gran parte de las evidencias científicas no respalda estas acusaciones. Expertos en el campo, como Victoria Lovelle, destacan que la eliminación de parabenos responde más a la presión del mercado y a creencias populares que a datos concluyentes sobre riesgos asociados. La industria cosmética enfrenta el reto de formular productos sin estos conservantes, recurriendo a alternativas que no siempre igualan la eficacia y pueden ser más costosas e irritantes. A pesar de que el marketing ha instigado un miedo desmedido hacia los ingredientes artificiales, especialistas apuntan que la seguridad en cosmética debería basarse en evidencia científica sólida y no en percepciones públicas influenciadas por campañas de «belleza limpia».
Leer noticia completa en El Pais.