Ramón Alzorriz, vicesecretario general del PSN y estrecho colaborador de la presidenta navarra María Chivite, ha confirmado que solicitó al propietario de la empresa Servinabar que contratara a su pareja. Esta confesión ha generado un revuelo político en Navarra, puesto que Alzorriz es conocido por su influencia dentro del partido y su cercanía con Chivite. A pesar de las críticas y la creciente presión, Alzorriz ha decidido mantener su escaño en el Parlamento foral, argumentando que su conducta no ha sido inapropiada.
Este incidente se suma a un contexto político tenso, en el que la ética y la integridad de los representantes públicos están bajo el escrutinio de la ciudadanía. La oposición ha exigido explicaciones claras sobre este asunto, poniendo en tela de juicio la transparencia del gobierno regional. Mientras tanto, María Chivite se enfrenta al desafío de manejar el daño a la imagen de su administración, en medio de un panorama político ya complejo.
Leer noticia completa en El Mundo.