Con la llegada del verano y el consecuente aumento de las temperaturas y la humedad, se experimenta un incremento significativo en la aparición de plagas como moscas, mosquitos, cucarachas y roedores. Los entomólogos han señalado que tanto la globalización como el cambio climático son factores determinantes en la proliferación de estas plagas, subrayando la importancia de la intervención de empresas especializadas en el control de plagas para abordar este problema de manera efectiva y segura.
De acuerdo con el Ministerio de Industria y Turismo, España sigue siendo uno de los destinos más populares para los turistas internacionales, con una afluencia que crece notablemente durante los meses de verano. En 2023, España recibió a 85 millones de turistas internacionales, una cifra que se espera superar este año.
Sin embargo, la pregunta que surge es: ¿cómo afecta el turismo en los ecosistemas y qué implica la globalización para la proliferación de plagas como las chinches? Según Rentokil Initial, una empresa especializada en el control de plagas, el flujo constante de personas y mercancías facilitado por la globalización ha sido uno de los factores clave en el resurgimiento de las chinches en Europa y Estados Unidos a principios de los 2000. La reactivación del turismo a niveles prepandemia también fue en gran parte responsable del aumento significativo de chinches que Francia experimentó el año pasado.
La globalización ha traído consigo la llegada de especies invasoras de zonas tropicales, que gracias al cambio climático han encontrado hábitats adecuados en latitudes más septentrionales. Este fenómeno de tropicalización del sur de Europa, el adelantamiento de las fases en los ciclos biológicos —como en el caso de la oruga procesionaria— y la presencia de inviernos suaves con veranos prolongados, han permitido una mayor actividad reproductiva y, por tanto, un aumento de las poblaciones de estas plagas.
El prolongado periodo estival en España no solo incentiva el crecimiento del turismo, sino también de plagas como mosquitos, chinches o cucarachas. Se observa que plagas típicas del verano, como los mosquitos, ahora se pueden encontrar desde marzo o abril. Asimismo, la oruga procesionaria, que antes comenzaba su descenso a la tierra a principios de primavera, ahora empieza en febrero.
A pesar de este panorama, no todas las noticias son alarmantes. Los expertos hacen un llamado a no caer en el pánico, ya que están cada vez más preparados para enfrentar estos desafíos. Sobresalen los planes de prevención que buscan controlar estas plagas sin eliminarlas por completo, ya que muchas de ellas, como los mosquitos, también desempeñan roles esenciales como la polinización. La meta es manejar sus poblaciones de manera que no representen un riesgo para la salud pública.
Por ello, la labor de las empresas especializadas en control de plagas resulta fundamental en esta lucha constante. La clave radica en combinar tecnología, conocimiento y estrategias de prevención para garantizar tanto la protección del ecosistema como la tranquilidad y seguridad de la población.