Una sinfonía de cacareos rompe el silencio del desierto en los campamentos de refugiados saharauis de Tinduf, donde una granja avícola produce 500,000 huevos mensuales para aliviar la crisis alimentaria. Dirigida por Malaini Abdelwahab, la granja enfrenta desafíos climáticos y de recursos, pero se expande con proyectos adicionales como la piscifactoría de tilapias y la cría de camellos para leche. A pesar de los esfuerzos, la producción no cubre toda la demanda y parte de los huevos se venden en los campamentos y Tinduf para financiar la compra de pienso. La situación se agrava por la reducción de raciones del Programa Mundial de Alimentos, afectando a más de 173,600 personas y aumentando los casos de anemia y desnutrición, especialmente entre mujeres y niños.
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