Dos localidades en Madrid han logrado preservar una tradición única que data del Neolítico, la cual ha sido revitalizada gracias a su reciente designación como Bien de Interés Cultural (BIC). Esta distinción no solo protege el legado cultural, sino que también fomenta el interés y la participación de la comunidad local. Tras este reconocimiento, se ha impulsado un plan para integrar la tradición en actividades educativas y turísticas, promoviendo así su continuidad y valoración entre residentes y visitantes.
Estas localidades, aún no muy conocidas a nivel nacional, están viendo un incremento en la afluencia de turistas interesados en este patrimonio milenario. La declaración como BIC ha proporcionado una plataforma para reavivar el interés público y garantizar recursos para su conservación. Las autoridades locales han destacado la importancia de esta medida como un reconocimiento a siglos de historia y a la dedicación de las comunidades por mantener viva una parte esencial de su pasado cultural.
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