La selva del Darién, históricamente conocida como un lugar de tránsito para migrantes, ha visto un cambio significativo en 2025. Con un descenso del 98% en el flujo migratorio en marzo, un número creciente de migrantes está regresando al sur, forzados por políticas más estrictas y las dificultades del viaje hacia el norte. Muchos de estos migrantes, principalmente venezolanos, están retomando su camino desde países como Panamá, Costa Rica y México debido a la falta de oportunidades y a experiencias traumáticas que incluyen violencia y desolación. Aunque la disminución en el tránsito podría parecer positiva, la realidad es alarmante, ya que los migrantes enfrentan profundas frustraciones y escasez de recursos, muchos de ellos habiendo perdido todo en su ruta hacia el norte.
La respuesta humanitaria en la región cuenta con el crucial apoyo de la Unión Europea. A través de organizaciones como HIAS y Médecins du Monde, se está proporcionando asistencia en salud, alimentación y transporte en puntos estratégicos a lo largo de la ruta de retorno. Estas organizaciones han resaltado el profundo impacto emocional en los migrantes, quienes experimentan ansiedad y depresión. Sin embargo, la operación enfrenta problemas debido a la falta de infraestructura y recortes en la asistencia humanitaria. A pesar de las dificultades, la ayuda sigue siendo una prioridad fundamental, destacando que este retorno migratorio es solo una parte de una crisis más amplia en América Latina que requiere atención continua y apoyo tanto local como internacional.
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