En Aldaia, Valencia, Lupe Murcia enfrenta las devastadoras consecuencias de la reciente DANA, que ha destrozado la planta baja de su hogar, llevándose consigo recuerdos valiosos y bienes materiales. A pesar de la catástrofe, Lupe mantiene el ánimo en alto, preservando la tradición familiar de contar cuentos, con la esperanza de que los manuscritos de su madre sobrevivan a la inundación. La riada irrumpió con fuerza inusitada, llenando su casa hasta el séptimo escalón de la escalera, dejando inservibles objetos preciados como su piano. Aun así, la fortaleza de Lupe se refleja en su humor y su determinación, rescatando a sus dos hijos y a dos vecinas de la furia del agua, mientras su marido Miguel busca seguridad en las alturas para el coche familiar. Un sacrificio que aún impacta los días de Lupe, quien ahora lidia con las marcas del desastre en la pared y la incertidumbre de si podrá restaurar su hogar.
La comunidad de Aldaia se muestra unida en la adversidad, con voluntarios y vecinos que acuden en ayuda, y la llegada tardía de la Unidad Militar de Emergencias que finalmente despeja las calles. Lupe y su familia se han visto obligados a amontonarse en el pequeño departamento de su madre mientras trabajan sin descanso para recuperar lo perdido. En este panorama desolador, donde hasta los coches desaparecieron, destacan pequeños milagros, como los pollos que sobrevivieron a la inundación y documentos personales que esperan recuperar. Con cortes de servicios básicos y la imposibilidad de salir del pueblo o realizar compras, los residentes de Aldaia, liderados por el espíritu inquebrantable de Lupe, encuentran en el humor y la comunidad la fuerza necesaria para seguir adelante, sin poder imaginar una vida normal en otros lugares del mundo.
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