Hace un año, Yulie Ben Ami experimentó una tragedia cuando sus padres, Raz y Ohad, fueron secuestrados en su casa del kibutz de Beeri por milicianos de Hamás. Raz fue liberada después de 54 días durante un alto el fuego entre Israel y Hamás, pero el paradero de Ohad sigue siendo un misterio, en medio de un contexto de bombardeos continuos en la Franja de Gaza. La incertidumbre persiste para Yulie, quien mantiene vivas las esperanzas de un reencuentro, mientras su madre lucha con depresión a pesar de haber sido liberada, y los esfuerzos diplomáticos de mediadores como Egipto, Qatar, y Estados Unidos no han producido resultados duraderos. La guerra ha cobrado cerca de 42,000 vidas gazatíes en el último año y la situación de 101 rehenes es aún incierta.
La presión sobre el gobierno de Benjamin Netanyahu, encabezada por el Foro de las Familias del que forma parte Yulie, ha sido constante pero todavía sin respuesta satisfactoria. Las familias han llevado a cabo protestas semanales y clamado por un acuerdo de paz que permita la liberación de los rehenes, pero la falta de voluntad política sigue siendo un gran obstáculo. A medida que continúa el conflicto, ahora extendiéndose con la incursión israelí en el Líbano, la desesperación y el miedo crecen entre las familias que temen que las acciones militares puedan resultar en la muerte de más rehenes. Para Yulie, y muchos otros como ella, el camino hacia la paz se presenta lleno de obstáculos y su deseo es que el fin del conflicto priorice la vida humana y la restitución de la confianza entre palestinos e israelíes.
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