Este domingo, Bielorrusia se prepara para unas elecciones en un clima político tenso, marcado por la existencia de más de 1.200 presos políticos confinados en sus cárceles. Los reportes de organizaciones de derechos humanos han revelado que estos prisioneros están sometidos a condiciones inhumanas que incluyen tanto maltrato físico como psicológico, una situación deliberada para intentar quebrar su resistencia mental. Este contexto mantiene una sombra sobre el proceso electoral, donde las libertades civiles y políticas están fuertemente restringidas bajo el régimen de Aleksandr Lukashenko, en el poder desde 1994.
En las semanas previas a las elecciones, la comunidad internacional ha expresado su creciente preocupación por el estado de los derechos humanos en el país. Las relaciones entre Bielorrusia y los países occidentales se han tensado aún más, con sanciones impuestas por la Unión Europea y Estados Unidos como respuesta a la represión política. Sin embargo, el gobierno bielorruso ha desestimado estas críticas, calificándolas como injerencia en sus asuntos internos. La situación en Bielorrusia plantea serios interrogantes sobre la legitimidad de las elecciones y el futuro del país bajo un régimen que sigue enfrentando oposición interna a pesar de sus duras tácticas de represión.
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