Jennifer Grey, conocida por su emblemático papel de Frances «Baby» Houseman en «Dirty Dancing», ha dedicado su vida a la actuación, aunque tras esa fama ha enfrentado desafíos significativos. A pesar de ser hija de celebridades del teatro, su carrera se vio marcada por la presión estética que conllevó su éxito. En sus memorias, «Out of the Corner», Grey comparte cómo la cirugía plástica, que la dejó con una imagen irreconocible, alteró su percepción de sí misma y tuvo un impacto duradero en su identidad y carrera. Además, un trágico accidente de coche en 1987, en el que perdió la vida de dos personas, la ha perseguido emocionalmente, añadiendo otra capa de complejidad a su experiencia en Hollywood.
En años recientes, Grey ha emprendido un camino hacia la autorepresentación, participando en proyectos que reflejan su verdadera esencia. Tras ganar popularidad con «Dancing with the Stars», se ha embarcado en la producción de una secuela de «Dirty Dancing», asegurando que se respete la memoria de su difunto colega Patrick Swayze. Con un enfoque renovado en su vida y carrera, Grey busca evitar caer en las restricciones del pasado, priorizando su verdad personal sobre las expectativas externas. Ahora, más que nunca, se siente empoderada para construir su futuro con «heridas y cicatrices», logrando así un crecimiento auténtico y una conexión más profunda con su propia historia.
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