La reciente cumbre convocada por Emmanuel Macron en París, dirigida a líderes de la UE y la OTAN, se ha centrado en abordar la situación de seguridad en Ucrania y la fractura creciente con Estados Unidos. Francia, junto con Reino Unido, ha mostrado un firme compromiso en garantizar la seguridad ucraniana, puesto de manifiesto por el primer ministro británico, Keir Starmer, quien ha propuesto el despliegue de tropas británicas tras el cese de hostilidades. Este movimiento se produce en respuesta a la iniciativa de Donald Trump, que ha sorprendido a los líderes europeos al marginarlos en los diálogos sobre Ucrania mientras prioriza las conversaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin. La postura estadounidense ha despertado críticas y ha resaltado la necesidad de que Europa asuma un papel más proactivo en su propia defensa, como expresó el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, al proponer la creación de un ejército europeo.
Con la participación de mandatarios como Olaf Scholz, Giorgia Meloni y Pedro Sánchez, la cumbre subraya la necesidad de propuestas concretas para fortalecer la seguridad continental, especialmente tras las preocupaciones expresadas por el secretario de Defensa de EE.UU., quien advirtió sobre la finitud del apoyo norteamericano. En un contexto donde España queda relegada por su baja inversión en defensa, y las divisiones internas de países como Alemania y Polonia obstaculizan decisiones más drásticas, los líderes europeos enfrentan el desafío de determinar cómo solidificar su seguridad sin el respaldo incondicional de Washington. La ausencia de Hungría, debido a su cercanía con Putin, acentúa aún más las tensiones internas mientras la cumbre busca una estrategia común que responda a las urgencias geopolíticas del continente.
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