En medio de la crisis hídrica que enfrenta el Reino Unido, el gobierno ha incluido en su lista de recomendaciones una medida polémica: borrar correos electrónicos y fotos antiguas para reducir el consumo de agua de los centros de datos. La Environment Agency, tras una reunión del National Drought Group, afirmó que esta acción busca disminuir el uso intensivo de agua destinado a refrigerar servidores en dichos centros.
No obstante, la comunidad tecnológica y expertos en infraestructura digital han mostrado escepticismo sobre su eficacia real. Según datos, los centros de datos utilizan métodos de refrigeración variados, siendo más comunes aquellos que emplean agua para enfriamiento evaporativo. Este sistema puede consumir entre 4 y 8 litros de agua por kWh procesado. Por otro lado, métodos como el enfriamiento de circuito cerrado o el uso de aire exterior presentan un consumo significativamente menor.
El almacenamiento pasivo de datos genera un calor mínimo, por lo que su impacto en el consumo hídrico es marginal. Además, el esfuerzo de eliminar masivamente datos podría incrementar la carga computacional y, en consecuencia, aumentar temporalmente el uso de agua y energía.
A pesar de las críticas, el Reino Unido no es la única nación que ha promovido medidas similares. En Francia, Italia y Japón también se realizaron recomendaciones de esta índole con el objetivo de reducir el consumo energético y la huella de carbono, aunque su impacto realmente es insignificante en comparación con soluciones más estructurales.
Las autoridades británicas han acompañado esta medida simbólica con recomendaciones más prácticas, como instalar depósitos de agua de lluvia o reparar inodoros con fugas. Sin embargo, la discusión sobre el uso agua en el sector tecnológico continúa focalizándose en la creciente demanda de la computación en la nube y la inteligencia artificial. Empresas tecnológicas han registrado incrementos de más del 30% en su consumo de agua, ligado al auge de las cargas de IA generativa.
En busca de soluciones duraderas, expertos abogan por migrar a tecnologías de refrigeración sostenibles, usar agua reciclada en sistemas evaporativos y optimizar el manejo de cargas de trabajo. Asimismo, destacan la necesidad de integrar métricas de uso de agua en auditorías ambientales del sector.
En definitiva, mientras que borrar datos digitales puede ser un gesto de concienciación, el verdadero cambio requerirá de inversiones en infraestructura y regulaciones más estrictas para mitigar la huella hídrica del creciente ecosistema digital.
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