A partir del 2 de abril, los turistas que deseen ingresar al Reino Unido deberán obtener la Autorización Electrónica de Viaje (AEV) a través de la página del Gobierno británico, un requisito que aunque no equivale a un visado de turista, queda muy cerca en términos de control fronterizo. Esta medida, que deja en manos del Ministerio del Interior del Reino Unido la decisión de permitir o no la entrada al país, no afecta a ciudadanos británicos e irlandeses, ni a aquellos con visado o permiso de residencia vigente, como los beneficiarios del EU Settlement Scheme creado tras el Brexit. El proceso de solicitud exige un pasaporte biométrico, información detallada sobre el viaje, una dirección de correo electrónico, y el pago de una tasa de 10 libras esterlinas, entre 11 y 12 euros.
El permiso, una vez concedido, tendrá una duración de dos años permitiendo estancias de hasta seis meses, emulando el sistema ESTA de Estados Unidos. En respuesta, la Unión Europea tiene previsto instaurar el Sistema de Autorización e Información de Viajes Europeos (ETIAS) para ciudadanos británicos a partir de 2025, un mecanismo de control similar que también exige la cumplimentación de un formulario y el pago de una tasa de siete euros. Este permiso, válido por tres años, se aplicará directamente a los datos electrónicos del pasaporte, y eximirá de pago a menores de 18 años y mayores de 70, destacando un enfoque armonizado en las políticas de control migratorio entre ambos lados del Atlántico.
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