En un movimiento que sorprendió a muchos, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, lideró una protesta propalestina frente a la sede de la ONU en Nueva York, donde instó a los soldados estadounidenses a desobedecer las órdenes del presidente Donald Trump. Esta acción desencadenó una reacción inmediata del Departamento de Estado, que anunció la revocación de su visado, calificando sus acciones de imprudentes e incendiarias. Petro, conocido por sus posturas de izquierda y su oposición a las políticas de Trump, respondió en redes sociales reafirmando su derecho a expresarse y sugiriendo que las órdenes de disparar contra civiles no deben ser obedecidas. Acompañado por el músico y activista Roger Waters, Petro se dirigió a la multitud durante más de 20 minutos, planteando una crítica al manejo de la relación entre Colombia y Estados Unidos bajo la administración actual.
La cancelación de su visado, sin embargo, no parece preocupar al mandatario colombiano, quien afirmó que no necesita la visa para viajar a Estados Unidos, dado que posee ciudadanía italiana, lo que le permite ingresar al país bajo otros programas de exención de visados. La situación refleja un patrón creciente en América Latina, donde figuras públicas han visto revocado su derecho a viajar a Estados Unidos, una medida utilizada como herramienta de presión. Las redes sociales se han convertido en un nuevo campo de batalla, donde discursos y acciones son observados atentamente por la administración estadounidense. La revocación del visado de Petro se inscribe en un contexto más amplio de tensiones entre la administración Trump y líderes latinoamericanos, y plantea cuestiones sobre el papel de Estados Unidos como el motor de Occidente y los desafíos que enfrenta su imagen global bajo una creciente influencia de movimientos nacionalistas.
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