El conflicto armado en Siria, que estalló en 2011 en medio de protestas violentamente reprimidas, ha provocado el desplazamiento de más de 6 millones de sirios hacia países vecinos como Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, así como dentro del propio país. La repentina caída del régimen de Bashar Asad, quien ahora se encuentra bajo el asilo de Vladimir Putin en Moscú, ha avivado la esperanza de un regreso seguro para muchos de estos refugiados. En Turquía, donde residen más de tres millones de sirios, las autoridades han aumentado la capacidad de los pasos fronterizos para permitir el retorno voluntario. Sin embargo, el panorama sigue siendo incierto debido a las devastaciones de la guerra y los terremotos recientes, que han destruido las infraestructuras básicas en Siria.
A nivel europeo, la percepción geopolítica ha cambiado con la caída de Asad, lo que ha motivado a varios países a suspender temporalmente la tramitación de solicitudes de asilo de ciudadanos sirios, a la espera de mayor claridad en la situación siria. Mientras que Alemania y otras naciones europeas reconsideran su política de asilo, España ha optado por mantener el proceso vigente sin cambios significativos, dado el bajo número de solicitudes. El dilema humanitario persiste, con organismos como la ACNUR y Amnistía Internacional enfatizando que cualquier regreso debe ser voluntario y seguro, mientras que muchos refugiados sopesan la posibilidad de un retorno a un país todavía marcado por la inseguridad y la pobreza extrema.
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