El artículo de Ernesto Castro «¿A favor o en contra de los toros?» ofrece una revisión detallada de las diversas posiciones sobre el tema taurino sin tomar partido explícito. Dentro de estas posturas, la quinta, que justifica la tauromaquia por razones histórico-religiosas, se destaca como la adoptada por numerosos artistas y escritores, basada en una visión que refleja la igualdad entre hombres y bestias frente a la naturaleza. Esta perspectiva se enfrenta al reto moral de sostener su vigencia en tiempos donde el animalismo cobra relevancia. Albert Serra, reconocido cineasta, aborda este desafío desde la psicología en su obra «Tardes de soledad», donde se centra en la introspección del protagonista a pesar de la fuerte presencia de su cuadrilla. La soledad y la introspección son temas recurrentes en su filmografía, que incluyen desde «Honor de cavalleria» hasta sus experimentos cinematográficos exhibidos en la Bienal de Venecia.
La representación metafórica del torero dentro de la multitud, a pesar del respaldo de su cuadrilla, encuentra un paralelismo en la fotografía taurina contemporánea, con trabajos como «Tarde de toros» de Manuel Naranjo Martell y «Retrato de la familia Padilla» de Michel Chelbin, que se alejan de visiones celebratorias para explorar el toreo desde una óptica casi abstracta y dramática. El documental de Serra sobre el torero Andrés Roca Rey, centrado en las cogidas sufridas por el matador, refuerza esta visión más humana y menos maniquea de la tauromaquia. Al final, «Tardes de soledad» es un intento de elevar la tauromaquia a una confrontación mítica entre hombre y animal, donde cada respiración se siente como la última. La película, con su enfoque en espacios cerrados y una estética afrancesada, subraya la idea de que la tauromaquia trasciende lo nacional, ubicándose en ciudades dentro y fuera de Andalucía, lo que resalta una dimensión más universal y auténtica de esta tradición.
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