La humanidad está viviendo un momento de innovación sin precedentes en el ámbito científico y tecnológico, con avances desde internet hasta la inteligencia artificial. Sin embargo, este progreso ha venido acompañado de cierta inquietud y temor, especialmente por el uso que se da a estos desarrollos. El orden multilateral establecido tras la Segunda Guerra Mundial parece haberse fragmentado, y con él, han caído muchas certezas, incluida la creencia en la irreversibilidad de la democracia. La influencia de líderes como Trump, Putin, Netanyahu y Jameneí, caracterizados por una política desestabilizadora, fomenta una atmósfera de desasosiego ante la sombra de antiguos imperios y una realidad mundial que parece inclinarse hacia el caos.
En medio de esta incertidumbre, el miedo se ha convertido en herramienta de poder y es lógico cuestionar la respuesta de las instituciones que, paradójicamente, parecen relegadas. La figura del «hombre fuerte» ha debilitado la noción de sociedad, generando un ambiente donde el cambio se percibe como una amenaza. En este contexto, se rescata la idea de Voltaire de cultivar nuestra propia «huerta», un llamado a enfrentar la simplicidad compleja de mantener claridad en las ideas y no sucumbir a la indiferencia o al miedo. Aunque el futuro no se vislumbra como el mejor de los mundos, es crucial mantenerse firmes y alertas para navegar en esta nueva realidad.
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